domingo, 29 de enero de 2012

El origen.


Todos procedemos de un origen, de una raíz que se adentra en la tierra agarrando fuertemente nuestros pies al sitio al que pertenecemos. Hacia dónde iremos, qué haremos, cómo acabaremos...son retóricas secundarias de un inicio que es seguro. Nacemos y crecemos en el punto donde la vida y los recuerdos se hacen nuestros. Y todo puede cambiar...o no. Los paisajes, los momentos, las personas...van y vienen, algunos se quedan y otros se marchan. Por alguna extraña razón formamos parte de una red social tejida con hilos finos. Y algo debe de aportarnos ese vaivén de remolinos y volteretas, de giros del destino y bucles repetidos, la vida da muchas vueltas y la soledad prolongada no es buena.

He aprendido mucho de esto en los últimos días: algo o alguien llega a ti, cambia no sé qué puntos de vista, te hace sentir y padecer, lo abordas buenamente y todo cambia inexorablemente, como un efecto mariposa a pequeña escala. Y el cerebro, en su inmesa flexibilidad, hace el resto. Los ojos miran a través de un prisma de experiencias que giran 180º el mundo. Me quedo con lo bueno, lo positivo, lo que me aporta seguridad y madurez. No olvido nunca de dónde vengo, de "El origen", que lo mismo puede ser el fruto del amor que se tuvieron un día mis padres, una tierra fértil llena de deseos o un hospital frío y olvidado. El presente se construye con cimientos del pasado y se piensa para un futuro.

No importa el camino recorrido si la meta es la misma, como la primera ley de la termodinámica. Y aún así, la vida no es pura matemática. El sinergismo existe y hay que buscarlo en el origen de nosotros mismos sumado al origen de los demás que nos rodean, que llegan por alguna razón, que se quedan o se van, pero que cumplen una misión.
A todos ellos, gracias. Pero no olvido de dónde soy. A mi origen pertenezco.

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