viernes, 27 de enero de 2012

La cuerda floja.


Imagina que estás al borde de un precipicio. Varias decenas de metros más abajo, la calle se proyecta como una ilusión óptica, es un espejismo que se antoja irreal pero que asusta solo de pensarlo.  Estás en la cuerda floja, lo que significa que un paso en falso y el abismo te engullirá, sin más opciones que la que has perdido.

La estampa es la clásica: un pie sobre la cuerda, adelantando al otro pie que se va soltando lentamente para dar otro paso más, los brazos en cruz moviéndose levemente arriba y abajo, balanceo ligero, la mirada al frente, sudor frío y pensamiento de no caer. Mantén el equilibrio. No es un juego pero si caes....game over.

Supón que estás temblando, que la mente te la juega, que te disipas y no sabes responder, pierdes las ganas y las fuerzas, no deseas continuar...sepas que no hay miradas atrás, no hay senda reversa...te has metido en una calle sin salida. Extiende tu cuerpo y sigue al frente. Fluye a través del aire, llena tus pulmones y suelta tus cargas. Al final está la recompensa merecida, lo que más deseas en el mundo.

Los sentidos debes concentrarlos en no precipitarte, en ir despacio, construir un camino recto, no salirte de la cuerda que pende de tu vida. No te alteres, los obtáculos se vencen. Difícil sí, pero no imposible. Tranquilo, la soga no se romperá, no se aflojará, no se cortará...se ha fabricado con lo mejor y es resistente al peso de mil vidas enteras. Pero no llevas seguro, y si tropiezas y te desestabilizas...si no tienes cuidado y te desplomas...MUERES! Y la muerte no da segundas oportunidades. Es el sumidero del que nunca se sale.
Avanza valiente, este mundo no es para los cobardes ni para los que dejan escapar un sueño. Yo ya he superado esta prueba.

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